Watching the loaves rise #barcelona #breadbakingworkshop #eatwith #catalunya

Una publicación compartida de Gracie (@viiingava) el 19 de Jun de 2016 a la(s) 3:21 PDT

 

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Tiempos difíciles

-A ver, según su curriculum habla usted varios idiomas. ¿Es eso correcto?
-Sí. De hecho, domino todos los idiomas de la Tierra a nivel nativo y también me defiendo bastante bien con el resto de lenguajes de la galaxia.
-Bien. Porque buscamos a alguien políglota. Dígame, ¿sabe usted volar?
-Sí, y soy bastante rápido. Si me lo propongo, puedo hacerlo a más velocidad que la luz.
-No está mal… ¿Algún súper poder más?
-También tengo súper fuerza, visión de rayos X, visión telescópica y visión térmica. Ah, y soy invulnerable a las balas.
-Interesante… ¿Posee sentido arácnido?
-Pues no. Eso no…
-Vaya… Pero imagino que lanzará rayos energéticos, ¿no?
-Tampoco. Pero he salvado millones de vidas y tengo una dilatada experiencia como periodista. Además, soy muy trabajador y competente. Si me contrata no se arrepentirá.
-Mire, le seré sincero, aunque no cumple con todos los requisitos, me transmite confianza y entusiasmo. Le daré una oportunidad.
-Muchísimas gracias. Prometo que no le defraudaré ¿Cuándo empiezo?
-Mañana a las ocho. Y recuerde: el café lo tomo con leche y dos cucharadas de azúcar y los documentos que tiene que fotocopiar los encontrará en mi mesa.

Al final del túnel

El suelo tembló bajo sus pies y, en apenas unos segundos, él quedó sepultado. Envuelto en una oscuridad infinita, pero empujado por su instinto de supervivencia, logró salir de entre los escombros y empezó a caminar por lo que parecía un improvisado túnel con una luz al fondo. Estaba tan ansioso por escapar de allí que avanzó con gran premura durante unos instantes, hasta que un pensamiento le detuvo, helando su sangre: estaba yendo hacia la luz, como aquellos que van a morir. Presa del pánico, y queriendo huir de su trágico destino, decidió deshacer el camino, alejándose definitivamente de su única salida al exterior.

¡Danos un respiro!

“A ver si consigue así que papá no haga más el indio”, pensó Hugo al ver cómo su hermana condimentaba la comida. Y es que, desde que su madre murió, su padre había perdido completamente el juicio. Sin ir más lejos, esa misma mañana había estado asustando a unos niños del barrio y, por la tarde, ya había manifestado su intención de secuestrar al perro del vecino. La situación se había vuelto tan insoportable que sus hijos, agotados, ya no sabían qué hacer con él. Por suerte, aún les quedaban algunas pastillas. Eso sí, Hugo le tuvo que recordar a su hermana que nunca más de tres. No después de lo que pasó con mamá.

Reencuentros

Pablo se sentó en aquel banco esperando a que algo le sacara de su aburrimiento. Tras un rato observando el ir y venir de la gente, una puerta se abrió y, de su interior, salió un antiguo compañero de piso, después la primera chica a la que besó y, minutos más tarde, la mujer que le cuidó durante gran parte de su infancia. Pablo, que sabía que esos reencuentros no eran simples coincidencias, decidió no moverse de allí. No hasta que viera a Marta, a la que, pese a haber perdido la pista hacía años, aún no había logrado olvidar.