¡He visto un fantasma!

Empapado en sudor, se tapaba los ojos con la sábana mientras ella, entre susurros, le decía que no tuviera miedo, que los fantasmas solo existían en el cine. Cuando, vencido por el cansancio, él se durmió de nuevo, ella le arropó, besó su frente y se evaporó en el aire.

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